[…] que una anécdota sea capaz de transmutarse en cuento no depende de los hechos en sí, no depende de lo insólito o atractivo o misterioso de los sucesos, sino del golpe en el plexo solar que esos sucesos provoquen en el presunto autor. La más asombrosa de las anécdotas no es un cuento porque le falta el elemento que distingue a la literatura del resto de los discursos: la revelación.
[…] En un cuento largo, breve o brevísimo, algo queda expuesto, revelado (pero nunca desvelado), algo que no es posible expresar de otro modo, porque si lo fuera escribiríamos un ensayo y no una ficción. Es el absurdo del universo, la inconsistencia de la vida, el olor de la muerte que nos define como humanos. O cualquier otro misterio que el cuento jamás nos va a aclarar, porque la revelación que contiene es la puesta en evidencia del misterio, y no su resolución.
Recopilación de Eduardo Becerra.
Texto de Ana María Shua
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