«Empecé a escribir cuando tenía ocho años: de improviso, sin inspirarme en ejemplo alguno. No conocía a nadie que escribiese y a poca gente que leyese. Pero el caso era que sólo me interesaban cuatro cosas: leer libros, ir al cine, bailar claqué y hacer dibujos. Entonces, un día comencé a escribir sin saber que me había encadenado de por vida a un noble pero implacable amo. Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse» (Truman Capote).
«Sólo escribo bien en un lugar que sea mío, con libros al alcance de la mano, como si siempre tuviera necesidad de consultar no se sabe bien qué. A lo mejor no es por los libros en sí sino por una especie de espacio interior que los libros forman, como si me identificara a mí mismo con una ideal biblioteca propia» (Italo Calvino).
«Un escritor lo es siempre por elección. Nadie le obliga a ello, decide voluntariamente, opta por un tipo de vida arriesgada en la que puede fracasar o triunfar, en la que nada le está garantizado, ni siquiera la publicación de sus textos, menos que nada su talento, o la perduración de éste. A cambio no tiene patrón ni horarios, o sólo los que se impone, y nadie le dice lo que debe escribir (o él no debería escucharlo). No es un trabajador por cuenta ajena y por tanto no debe aspirar a nada semejante a un empleo seguro, ni a pensiones (porque nadie lo jubila de su actividad), ni a seguridades sociales» (Javier Marías).
«El mejor taller literario está en la propia literatura. No hay mejor profesor de taller literario que Galdós, Stendhal, Proust, Dostoievski, Joseph Conrad, Scott Fizgerald. Lo demás son milongas» (Arturo Pérez-Reverte).
«Ocho horas al día, siete días a la semana, 365 días al año; éste es el único método que conozco para escribir» (Philip Roth).
«No hay otra manera de alcanzar la eternidad que ahondando en el instante, ni otra forma de llegar a la universalidad que a través de la propia circunstancia: el hoy y aquí. La tarea del escritor sería la de entrever los valores eternos que están implicados en el drama social y político de su tiempo y lugar» (Ernesto Sábato).
Me gusta el de Capote, el de Calvino y el de Javier Marías.
Me abruma el de Philip Roth.
un saludo!
A mí el de Capote me parece contundente y genial.
El de Roth encierra una gran verdad: uno es escritor como es hombre, 365 días al año y todas las horas del día.
¡Qué alegría volver a leerte!
No se refería a eso, creo.
Sino hubiese dicho << soy escritor 24 horas al día, 365 días al año >> y Roth dice << soy escritor " 8 " horas al día, 365 días al año >>
Vamos, yo me volvería un poco loco escribiendo todos los días 8 horas, la verdad. Alguno vale, pero todos!! uff… demasiado
Por eso creo que no sería nunca escritor (como oficio). No puedo estar tanto tiempo escribiendo sin agobiarme y sin que me acaben comiendo las palabras. Un día lo intente y ahora me falta media oreja.
Bueno, por eso, y más que nada también porque tampoco tengo el nivel suficiente como para serlo, vamos. Aunque creo que eso con un poco de "buen marketing" a día de hoy podría pasar inadvertido. 🙂
un saludo, y gracias! Yo también me alegro de volver a escena. Una lástima que se pause el papiro.
Escribir es como vivir…
24/7.
Tal vez se necesite hacer dieta de palabras.
Me encantan todas; la de Roth inclusive. Creo que Roht se refiere a que el escritor lo es en cada instante. Incluso mientras duerme o está ocioso. Creo que se refiere a eso y no hay que interpretar sus palabras en el sentido litera. En ese sentido es la afirmación que más me gusta, cautiva y atrapa porque creo que el escritor lo es las 24 horas de cada uno de sus días. Cuando muere no sabemos en realidad si su conciencia, su espíritu, su alma siguen inmersos en ese mismo devenir y discurrir. Seguramente, sí.
Muchas gracias, Milenia por este sereno y bello espacio. Aqui recupero mi centro y se me arregla la brújula disparatada.
Hola Milenia, en un libro para la mejora del estilo encontré esta cita:
"Al escribir un libro, a la primera persona a la que debes complacer es a ti mismo. Si eres capaz de divertirte durante todo el tiempo que te lleve escribirel libro, más adelante también divertirás a los editores y a los lectores.
Patricia Highsmith, "Suspense. Cómo se escribe una novela de ingriga"