El hombre que hablaba con el corazón en la mano volvió a su casa otra noche más, decepcionado. Su víscera palpitante y sanguinolenta, que desde el cuenco de su mano refrendaba la sinceridad de sus palabras, había vuelto a ahuyentar a la mujer a la que se acercó. Que no le volviesen a decir que ellas quieren una relación sincera… ¿acaso se le podía pedir más?
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