Ítalo Calvino (1923-1985), italiano, es un autor que consiguió innovar en literatura. Desde obras como “El vizconde demediado”, “El barón rampante” y “El caballero inexistente”, que utiliza la alegoría, hasta novelas como “Las ciudades invisibles” y “Si una noche de invierno un viajero”, obras en las que mezcla la fantasía, la curiosidad científica, las técnicas literarias y la especulación metafísica.
De su peculiar novela, Si una noche de invierno un viajero”, rescato la siguiente descripción, una auténtica joya que revoluciona este concepto.
“La cocina es la parte de la casa que más cosas de ti puede decir: si guisas o no (se diría que si, si no todos los días, con bastante regularidad ), si para ti sola o también para otros (a menudo para ti sola pero esmeradamente como si lo hicieras también para otros: y a veces también para otros pero con desenvoltura como si lo hicieras para ti sola), si tiendes a lo mínimo indispensable o a la gastronomía (tus compras y utensilios hacen pensar en recetas elaboradas y caprichosas, al menos en intención; nadie dice que seas glotona, pero la idea de cenar dos huevos al plato podría llenarte de tristeza), si estar ante el fogón representa para ti una penosa necesidad o un placer (la minúscula cocina está equipada y dispuesta de forma que le puedes mover de manera práctica y sin demasiado esfuerzo, tratando de no entretenerte demasiado pero también de no estar aquí a regañadientes). Los electrodomésticos están en su sitio de útiles animales cuyos méritos no pueden ser olvidados, aunque sin tributarles un culto especial. Entre los utensilios se nota cierto esteticismo (una panoplia de medias cuñas de tamaño decreciente, cuando bastaría una), pero en general los objetos decorativos son también objetos útiles, con pocas concesiones a lo gracioso.
Son las provisiones las que pueden decirnos algo de ti: un surtido de hierbas aromáticas, algunas de uso corriente, claro, otras que parecen estar allí para completar una colección; lo mismo puede decirse de las mostazas: pero sobre todo las ristras de ajos colgadas al alcance de la mano indican una relación con los alimentos nada distraída y genérica.
Un vistazo a la nevera puede permitirnos recoger otros datos valiosos: en las bandejas portahuevos ha quedado un solo huevo; limones hay sólo medio, y medio seco: en resumen, se nota cierto descuido en los abastecimientos esenciales, En compensación hay crema de castañas, aceitunas negras, un vasito de salsifí o escorzonera: está claro que al hacer la compra te dejas atraer por los géneros que ves expuestos, en vez de tener en la cabeza lo que falla en casa.
Observando tu cocina se puede pues deducir una imagen de ti como mujer extravertida y lúcida, sensual y metódica, que pone el sentido práctico al servicio de la fantasía.
¿Alguien podría enamorarse de ti sólo con ver tu cocina?”
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