“Las descripciones de la naturaleza deben ser muy breves y venir muy a propósito. Hay que acabar con generalidades como: el sol poniente, bañándose en las ondas del mar oscurecido, derrama un fulgor de oro carmesí, o las golondrinas, rozando el agua, gorgojean jubilosas. En las descripciones de la naturaleza uno debe apoderarse de los pequeños detalles, arreglándolos de tal modo que, con los ojos cerrados, se obtenga en la mente una imagen clara. Por ejemplo, se obtendrá una imagen de una noche de luna clara si se escribe que un trozo de cristal de una botella rota brillaba como una pequeña estrella en el dique del molino (…) En la esfera emotiva, también los pequeños detalles son lo que importa (…) Lo mejor es no describir el estado emotivo de tus personajes: hay que intentar hacerlo evidente por sus acciones”.
“No he adquirido una perspectiva política, filosófica ni religiosa sobre la vida: todos los meses la cambio, y por eso tengo que limitarme a descripciones de cómo mis personajes aman, se casan, tienen hijos, hablan y mueren”
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