Reto: relato género infantil en dos folios inspirado en una obra de Hans Cristian Andersen
Los hivernios
(Inspirado en el título «La reina de las nieves»)
Hace muchos siglos, cuando Laponia era un reino, hubo un monarca que se desposó con una princesa del sur. La nueva soberana se mostraba muy feliz porque adoraba el invierno, y allí era más largo que en su tierra natal. Por eso formuló su deseo infantil de que aquella estación no finalizase nunca. El Espíritu del Invierno, feliz con los halagos de aquella soberana, decidió ofrecer a la real pareja un peculiar regalo de bodas, y les envió a tres de sus más fieles colaboradores, los hivernios.
Los tres magos poseían poderes y nombres que se correspondían con su misión. Se llamaban Lluvia de Nieve, Soplo de Frío y Esquirla de Hielo, y manejaban esos tres elementos a voluntad. Los hivernios no tardaron en conseguir que el invierno se instalase en Laponia de modo perpetuo.
Al principio los súbditos lapones no lamentaron aquel cambio. Las fiestas y celebraciones navideñas se prolongaron hasta marzo, y hubo nevadas, ventiscas y heladas suficientes como para patinar en los lagos en pleno agosto. Pero al comenzar el segundo año, la situación se hizo intolerable. No se podían plantar cosechas, los árboles no daban fruto, y había que talar tantos troncos para mantener encendidas las chimeneas que los bosques comenzaron a peligrar.
Los reyes lapones, protegidos en su palacio, no se daban cuenta de aquellos inconvenientes y seguían alentando la magia de los hivernios. En el exterior crecía el descontento y pronto se murmuró contra los soberanos.
Fue una joven llamada Naska la que propuso una solución: había que secuestrar a aquellas criaturas, y para entrar en palacio fingirían ser la delegación de un reino inventado. Solicitarían a los monarcas lapones la ayuda de los hivernios para construir allí un Palacio de Hielo. Una vez que tuvieran en su poder a aquellos magos les conducirían hasta la isla y les abandonarían allí.
Con paciencia, fueron haciendo los preparativos durante semanas para la farsa. La fingida delegación llegó por fin una mañana hasta las puertas del palacio de los reyes de Laponia. Naska fue presentada como la princesa de la Isla de Aine, y los monarcas la recibieron en audiencia, avergonzados de no conocer aquel lugar del que procedía tan lujosa delegación. La princesa hizo su petición a la pareja real y los soberanos se mostraron encantados de poder estrechar lazos de aquel modo, cediéndoles durante un tiempo a aquellos magos.
Todo iba saliendo según lo planeado, pero cuando ya se encontraban con los hivernios a media jornada de su destino, estos comenzaron a recelar una trampa. Temerosos de su magia, Naska y sus compañeros les confesaron la verdad. La reacción de los hivernios, después del enojo inicial, fue más amigable de lo que esperaban. Ellos estaban hartos de provocar ventiscas y nevadas para los reyes de Laponia, y les pareció una buena oportunidad comenzar una nueva vida en aquella isla, donde podrían usar sus poderes de forma artística.
Así que los hivernios se establecieron en la isla de Aine y cubrieron pronto de nieve y hielo aquel lugar. Pero también llevaron a cabo muchas otras maravillas que aún hoy se visitan, como el Palacio de Hielo. Naska y otros más se exiliaron allí, eludiendo el enfado de los reyes lapones. Esquirla de Hielo se casó con Naska y fueron los primeros reyes de la Tierra del Hielo, que es como se ha conocido desde entonces a la isla de Aine: Iceland, o Islandia en nuestra adaptación lingüística.
Y Laponia volvió a tener sus largos inviernos, aunque nunca más eternos.
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