Los árboles del Amazonas se visten con la piel de los cocodrilos, por eso la corteza es pardusca y rugosa. Los indios topaki aseguran que los árboles atrapan a los reptiles con sus raíces, escondidas en el agua, así que nunca se bañan en el río. Esta mañana me enviaron a buscar a la periodista yanqui. Soberbia de formas y de carácter, se burló de las creencias indígenas que relaté y dejó a escondidas el campamento para ver los árboles-cocodrilo. Hace unos minutos la he encontrado. Mientras acaricio la corteza rosácea, lamento que esta vez yo tuviese razón.
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