El ejecutivo contempló con una mueca la imagen de la antesala de su despacho que le ofrecía el monitor de vídeo instalado en su mesa. En el canapé destinado a las visitas había tres hombres sentados que no parecían especialmente contentos. Dos de ellos semejaban excampeones de halterofilia y el tercero, un tipo bajito y musculoso, habría podido dar que hablar en los cien metros lisos.
Se retrepó en el sillón de su despacho y volvió a mirar la hora. Su secretaria había dicho a los visitantes que él estaba reunido, pero ellos habían insistido en aguardarle. Así que llevaban esperando media mañana y parte de la tarde, sentados incómodamente en el canapé.
Cuando el ejecutivo sintió el rugir de su estómago se lo apretó con fuerza, temeroso de que se oyese en el exterior. Afortunadamente, el despacho estaba insonorizado y el sillón era cómodo. Lo que lamentaba era no tener un aseo personal. Menos mal que existían las plantas decorativas.
En total llevaba cuatro horas de encierro; dentro de una más la secretaria tendría que irse, dejándole a merced de aquellos gorilas enviados por un acreedor. “Sé un hombre”, se dijo, “plántales cara y diles que no hay dinero en estos momentos”.
Dudó al recordar las palabras, mil veces memorizadas, del prestamista que le había concedido el crédito millonario para reflotar la empresa. “Si no me devuelves el dinero en plazo, olvídate de tus hijos”. “Pero si no tengo”, le había dicho. “Por eso mismo”, fue su respuesta.
Abrió la ventana para ventilar el despacho viciado por el encierro. El ensordecedor ruido del tráfico pareció darle la bienvenida, recordándole que había otros desgraciados afanados en sus negocios y confiados en que llegaría un día más para ellos.
—Se acabó —dijo en voz alta.
Nunca había padecido vértigo y cuando se encontró completamente de pie en la cornisa exterior, sujetado por una sola mano a la ventana, sintió una extraña fascinación. “No creo ni que me duela. Antes se debe morir uno de una parada cardíaca”.
Su vacilación duró sólo unos minutos. Volvió a entrar en el despacho por la ventana y se dirigió con paso decidido a la puerta, que abrió con energía. Para su sorpresa, se vio solo. La secretaria se había ido y el canapé estaba vacío.
—¿Significa esto que he pasado la prueba? —dijo estúpidamente, mirando en derredor, intentando localizar el micrófono oculto.
—Le llamaremos en los próximos días para comunicarle nuestra decisión —respondió una voz femenina impersonal desde algún lugar del techo.
Al otro lado del micrófono, la dueña de la voz detuvo la grabación de la cinta, extrajo el CD del ordenador y escribió la leyenda “Candidato nº 6” y la fecha. Suspiró audiblemente: había sido agotador monitorizar a aquel tipo. Por fortuna se habían terminado las entrevistas previstas esa semana.
Oyó que alguien entraba en la sala de grabaciones. Era el Director General de la empresa, quien personalmente había contratado los servicios de su gabinete para seleccionar un directivo.
—Acabo de regresar de mi viaje, pero estaba impaciente por comprobar este “novedoso” sistema de selección. ¿Cómo han ido las pruebas?
La chica alargó su mano de finos dedos hacia un dossier que reposaba a su derecha. Recitó con voz parsimoniosa:
—Tal y como se acordó, a los candidatos se les ha dado las oportunas instrucciones para asumir el papel de un ejecutivo al que reclaman una deuda por la fuerza bruta. Se les ha provisto de informes financieros, ordenador con conexión a Internet, teléfono y secretaria. Se les ha advertido de las consecuencias negativas de avisar a la policía, al ejército o a la prensa. Se les ha avisado de que enfrentarse directamente a los matones implicaría una paliza física real (aunque se respetarían los órganos vitales) y que tirarse por la ventana también era una opción contemplada, por lo que se había instalado una red protectora para recogerles de la caída. Se les ha pedido sinceridad de carácter y que actúen según lo que realmente harían si la situación fuese absolutamente real.
—¿Y cuál ha sido el resultado?
—De los seis candidatos, tres optaron por la paliza, dos se tiraron por la ventana y el de hoy se ha encerrado durante todo el día hasta que nos hemos cansado de esperar —le informó la mujer, con tono de desencanto.
El Director General movió la cabeza con pesadumbre.
—Siga intentándolo —la animó—. Algún hombre de empresa quedará que todavía entienda el término “negociación”.
Cada vez es más complicado encontrar trabajo… Realmente solo había una salida correcta, aunque la paliza estaba cerca si no eras bueno negociando.
Buen relato.
Un saludo.
Hola Roció.
Buena vuelta de tuerca al final, me sorprendió que todo fuera una entrevista. Se ve que el tipo realmente se la tomo en serio, aunque no le sirvió para conseguir el trabajo.
Muy ágil y de fácil lectura, te felicito.
José
http://www.cuentoshistoriasyotraslocuras.wordpress.com
Hola Rocío.
Un relato estupendo. Me ha gustado mucho el desenlace, sobre todo el recitado de condiciones impuestas para obtener el puesto. Te aseguro que no se me había ocurrido la posibilidad de negociar. Te deseo ¡mucha suerte! para el concurso.
Ariel
Gracias, Rocío, por participar con este relato en EL TINTERO DE ORO. Un abrazo y suerte!
Un relato muy actual. Directivos que ni saben negociar, políticos que no se sientan a hablar,… La triste realidad que vivimos.
Mucha suerte Rocío.
Pues tras leer tu relato tengo la misma sensación que Bruno, no se si es la intención pero me da que el texto pueda tener cierta comparación con la crisis política que atravesamos actualmente. Igual estoy siendo demasiado suspicaz. Me ha gustado, es imaginativo y original con un final inesperado. Mucha suerte en el concurso Rocío.
Muy buen relato, Rocío. Manejas muy bien la prosa y dibujas la escena con detalle. El final es sorprendente y redondo. Y has elegido un tema que se puede inferir de la situación actual. Me ha gustado mucho. Enhorabuena y suerte para el concurso
Un relato muy original, original, Rocío, que demuestra lo poco acostumbrados que estamos a negociar. Qué triste quedarse esperando a que pase el tiempo sin hacer nada. Un abrazo y mucha suerte en el concurso
¡Muy bueno Rocío!
Has hecho una parodia magistral del competitivo mundo laboral. Pronto llegaremos a estos extremos, tiempo al tiempo, los parados se darán de hostias para conseguir un puesto aunque sea mileurista.
Pobre hombre, me parecía un ratoncito blanco de esos con los que experimentan en los laboratorios.
Estupendo inicio, buen recorrido medio manteniendo el interés y gran final.
¡Así se escribe compañera!
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Jajaja, no sé quién dará más lástima, si los candidatos o los empleadores… en fin, cómo está el mercado laboral. Suerte en el concurso. Abrazos otoñales 😉
Rocío, llego a tu blog a través del concurso del Tintero de Oro.
¡Hay que ver como está el mercado laboral!
Me ha gustado mucho ese giro final. Te deseo mucha suerte en el concurso.
Besos apretados.
Me sorprendiste con original trama. En los tiempos que corren, ir a cualquier entrevista para optar a un trabajo es toda una aventura. Me trajo hasta aquí el TINTERO DE ORO, Suerte, compañera.
Hola, Rocío.
Tu relato me ha parecido muy bueno, excelente. Su cuidada prosa combina con esta trama tan original que desemboca en un final que no sería una sorpresa si coincidiéramos todos en que la lógica debería imponerse. ¡Enhorabuena!
Te deseo suerte en el concurso.
Patxi.
Un relato de argumento inteligente y original que nos deja un final perfecto para la reflexión. Muy bueno, Rocío, me ha encantado. A veces, cuanto más nos esforzamos en "ver", más se nos escapa lo que es obvio.
¡Un saludo y mucha suerte en el concurso!
Hola Rocío,
Vengo a partir de la incitaba de David.
El final es desalentador, ¿es tan importante lograr un alto cargo?
Que seríamos capaces de recibir palizas, optar por el suicidio o directamente por la incompetencia.
Con tu relato así lo vemos, y así lo creemos.
Muy bueno y perfectamente escenificado.
Suerte en el concurso.
Un abrazo.
Hola Rocío.
Menuda vuelta de tuerca que le has dado al relato. Has sido muy mordaz y muy acertada.
Te confieso que me perdí un poco con el cambio de escenario, quizá una separación mayor entre párrafos hubiera eliminado la confusión.
Aún así te felicito. Un gran trabajo.
Mucha suerte en El Tintero de Oro.
Un abrazo.
Hola, Rocío. Me ha encantado el giro final. Era obvio pero sin embargo… nos atrapaste con la trama. Un abrazo y mucha suerte.
Me ha hecho reír el final. Alguien llegará con más sentido común y será capaz de negociar, o el puesto quedará vacante.
Muy buen relato.
¡Te deseo suerte en el concurso!
Muy buen relato, Rocio.
Mucha suerte en el concurso.
Un abrazo.
Una propuesta la mar de original. El sentido común no nos sobra precisamente.
Un placer el conocerte gracias a David.
Un abrazo y suerte.
Te he conocido a través de este concurso. Has escrito un buen relato hoy muy actual donde posiblemente se llegue incluso a la paliza al final para conseguir un buen trabajo. ¡Muchas suerte en el concurso! Un abrazo
Acabo de leer tu relato, Rocío. Por fin tengo un rato para los dos que me quedaban.
me ha parecido fantástico. Hasta he soltado alguna risa porque mezcla humor al drama que subyace. Muy de actualidad por otra parte. A ver si aprendemos a negociar y renunciamos a destruir al rival o a que nos destruya.
Mucha suerte.
Un beso.
Hola Rocío
Me parce un relato muy bueno. Con los pies el tierra y en la realidad.
Lo he disfrutado mucho y me ha dejado muy buen sabor de boca
Enhorabuena
Suerte y saludos
Siento, Rocío, no ser original a la hora de comentar, ya que coincido con mis compañeros al valorar este relato como un texto original, de actualidad y con hábil manejo de este oficio. De manera que te felicito y te deseo suerte en el concurso.
Saludos.
Hola, Rocio, un buen relato bien escrito que parece estructurado de forma teatral para una cámara oculta. El relato está al servicio de una idea que solo se adivina después de un giro final sorprendente para el lector, que hasta ese momento no sabe hacia dónde le lleva el escritor. Un poco exagerado el tema de tirarse por la ventana. Normalmente en estos espectáculos de cámara oculta las exageraciones están más del lado de los organizadores para enseñar al público lo crédula que puede ser una persona en unas circunstancias determinadas, peo hasta el punto de suponer que el candidato puede llegar al suicidio me parece mucho suponer Un relato que pone en valor la palabra mágica, negociación, que en la actualidad tanta falta hace.
Te deseo mucha suerte en el concurso. Besos.
POdría aplicarse a todos los ámbitos de la vida,… estupendo relato!
hola! nuevas seguidoras que nos encanta el relato y lo vamos a compartir en el muro, teesperamos de vuelta si gustas visitarnos, un placer, saludosbuhos!