Una quincena más, volvemos con otra palabra del diccionario literario y, en este caso, a una palabra que tiene mucho que decir.

CONTEXTO (EN LITERATURA)
La palabra procede del latín contextus, y hace referencia a todos aquellos elementos que nos permiten ofrecer una interpretación. Esta palabra suele ir ligada a la de texto, porque mientras este es la expresión de la forma, aquella es la que nos permite conocer su contenido.
Esto se ve muy bien (como casi todo) con un ejemplo.

Si analizamos este título, Cien años de soledad, podemos descodificar el mensaje de varias formas:
- La soledad se puede percibir como un tiempo infinito.
- La vida es soledad, incluso la más larga.
- Es una forma de decir que, en el momento final de nuestra vida, nos encontramos solos.
- Podría ser el principio de una enumeración: cien años de soledad, pasión y amistad, por ejemplo.
- Es una frase con múltiples significados dependientes del contexto.
En efecto, sin haber leído la novela, parece que la última opción es la que da en el clavo, con independencia de que alguna de las otras posibilidades llegue a ser válida. Esas son las coordenadas en las que se mueven el texto y contexto de nuestras lecturas o nuestras creaciones literarias. Aunque conozcamos muy bien un género, y el contexto del autor, por ser contemporáneo, siempre hay matices que se nos pueden escapar.
Imaginad que usáis la palabra «chico» o «chica». ¿Vuestros lectores entenderán lo que pretendéis transmitir? En Andalucía es muy común usar esa palabra para designar algo o alguien pequeño. «Hay que ver lo chica que es esta silla». En determinadas situaciones, hace referencia a alguien que realiza trabajos para otros. «El chico de los recados, la chica de la tienda». También permite intuir su edad, pero una horquilla de años que viaja desde la niñez, pasa por la adolescencia, y supera incluso la juventud. El lector solo sabrá situar correctamente el texto si facilitamos un contexto apropiado.

Imaginad que la palabra que utilizáis es un concepto abstracto, inmaterial, de esos con los que tenemos que tener cuidado porque la literatura solo consigue crear imágenes con las palabras concretas. Por ejemplo, «carisma». En el mundo del rol, es una de las características básicas de un personaje, puntuable. En otras situaciones, puede ser algo una cualidad que atrae (aunque no necesariamente hace bueno a su portador) y si habláramos de un texto cristiano, ya nos referimos a dones específicos concedidos para servir mejor a la comunidad.
Situar estas palabras en un contexto que las haga comprensibles, es labor del autor, si quiere que el mensaje llegue adecuadamente.
Cuando se hace análisis literario, siempre se estudia el contexto social, histórico y literario del autor. La trayectoria personal, sus lecturas, la época en que vivió, son datos que nos permiten ofrecer interpretaciones más fundamentadas sobre el sustrato de una novela. Podemos analizar El señor de los anillos en base al catolicismo de Tolkien, su pasión por la filología, la lectura del Kalevala, el periodo entreguerras en el que fue escrita o la defensa del medio ambiente. Eso permitirá obtener niveles de lectura más enriquecedores.

Texto, contexto, subtexto
Juzgar las ideas de libros escritos en otras épocas, y asignarles adjetivos que son propios de nuestro siglo, es descontextualizar el mensaje. Y escribir sobre historias del medievo con protagonistas que bien podrían ser nuestros vecinos de abajo, solo consigue hacer no creíbles esos textos. En cambio, usamos bien el contexto cuando sabemos exponer las circunstancias en las que transcurre el texto, es decir, el entorno y el momento en que se desarrolla la historia. Por otra parte, el subtexto serían las emociones e ideas implícitas en el texto. Nos permite interpretar las frases de los personajes y darles su verdadero matiz («qué lugar tan vacío» puede querer expresar «vayámonos de aquí»). Esto hace que nuestro argumento sea interesante, los personajes más complejos y que crezca en fuerza la historia.
El autor deberá desarrollar un contexto adecuado para su mensaje, el lector buscará interpretar en las coordenadas correctas lo que se le ofrece, y lo enriquecerá con su propia experiencia. Texto y contexto van tan unidos que se llega a una sencilla conclusión: cada lectura es única.
Contadme, ¿cómo trabajáis estos aspectos en vuestra escritura? ¿cómo analizáis una obra literaria? Nos vemos en la siguiente letra.
Me parece muy interesante el desarrollo de tu explicación. Se aprende mucho con estos pequeños razonamientos.
¿No hay más? Ánimo que son muy interesantes estas «pepitas».
Tienes toda la razón, a ver si puedo retomarlo 🙂