Que «empezar es ya la mitad del camino» se lo recordaba Don Quijote a Sancho al comienzo de sus andaduras.
No hay verdad que mejor se aplique a un relato. De un comienzo memorable dependerá en gran medida el posterior éxito de nuestro texto.
Bien lo sabían los autores de las siguientes novelas (¿adivináis quiénes fueron?), que así las comenzaron:
«En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.» El Quijote, de Miguel de Cervantes.
«Al despertar Gregorio Samsa una mañana tras un sueño intranquilo, encontrose en su cama convertido en un monstruoso insecto.» La metamorfosis, de Franz Kafka.
«Hoy ha muerto mamá, o quizás ayer. No lo sé.» El extranjero, de Albert Camus.
«Todas las familias felices se parecen, y las desgraciadas, lo son cada una a su manera.» Anna Karenina, de Lev Tolstoi.
«No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente». Las aventuras del Capitán Alatriste, de Arturo Pérez-Reverte.
«Era el mejor de los tiempos y el peor; la edad de la sabiduría y la de la tontería; la época de la fe y la época de la incredulidad; la estación de la luz la de las tinieblas; era la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación.» Historia de Dos Ciudades, Charles Dickens.
«¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad habría agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos.» El corazón delator, Edgar Allan Poe.
«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.» Cien años de soledad, Gabriel García Marquez.
«En el siglo XVIII vivió en Francia uno de los hombres más geniales y abominables de una época en que no escasearon los hombres abominables y geniales.» El perfume: historia de un asesino, de Patrick Süskind.
«Anoche soñé que volvía a Manderley, me encontraba ante la verja pero no podía entrar, porque el camino estaba cerrado.» Rebeca, Daphe Du Maurier.
Todos estos comienzos incitan a leer, plantean muchos interrogantes acerca del contenido, de lo que vendrá después. Imitémoslos.
Si os ha quedado la curiosidad por saber a qué novelas pertenecen y sus autores, seleccionad el post entero y lo descubriréis. :-))
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